sábado, 4 de junio de 2016

Guillermina, valiente caballera de la corte

Después de que los amigos de Guillermina comenzaron a frecuentar el Castillo en el Aire todo era paz y tranquilidad. La princesa crecía feliz, siempre bondadosa con las personas y animales. Sus padres habían conseguido vencer sus miedos y le dejaron tener una hermosa pony en el poblado, al pie de la montaña. La princesa decidió llamarla Luna Negra.
Pero como siempre en la vida, hay momentos de felicidad, de tristeza y, a veces, de miedo. El problema de Guillermina era que tenía pesadillas durante la noche y acaba yendo a dormir a la cama de sus padres.
- ¿Qué tipos de pesadillas tienes Guillermina?, le preguntó su madre, la reina.
- Yo sueño con lobos feroces y dragones que echan humo por la nariz y tienen horribles ojos rojos, respondió la princesa, estremeciéndose.


- Pero esto es sólo un sueño, le dijo su padre, mientas se atusaba su gigantesco bigote, del cual tenía gran orgullo.
- Ya sé que es un sueño, pero igual tengo miedo…¡Los dragones son los peores porque lanzan fuego por la boca!
- ¡Pero los dragones no existen Guillermina!, exclamó la reina, mientras acariciaba los hermosos cabellos castaños de la princesa.
- En mis sueños ellos parecen ser muy verdaderos, respondió Guillermina temblando.
Así fue pasando el tiempo, durante las noches Guillermina se despertaba, a veces gritando y otras llorando, mientras iba a la cama de sus padres. El rey y la reina se preocuparon mucho al ver que la princesita no estaba consiguiendo dormir bien. Muchas veces durante el día Guillermina bostezaba de sueño.
- Tenemos que encontrar una solución, le dijo la reina al rey.
- Sí, amada reina, pero ¿cuál?
- No lo sé, hablemos con nuestros consejeros.
Y así fue que el rey, la reina y los consejeros se reunieron para resolver el problema. A la reina le gustaba tejer y tomar té mientras pensaba, y el rey se atusaba sus enormes mostachos con los ojos cerrados, mientras decía en voz baja:
- ¡Pobre mi princesita, cómo sufre!
Luego de haber tomado cuarenta y ocho tazas de té y tejido treinta y cuatro vestiditos para Guillermina, la reina exclamó:
- ¡Tengo una solución!
- ¿Y cuál es?, preguntaron ansiosos los consejeros y el rey.
- Ella tiene que luchar contra los lobos y los dragones.
El rey rápidamente entendió la idea y sonriendo dijo:
- ¡Eso es!
En esa misma tarde le pidieron a Guillermina que fuera al salón real, que era donde ocurrían las ceremonias más importantes del reino.
- ¿Ustedes me llamaron?
- Así es Guillermina, dijo el rey
- Por favor coloca una de tus rodillas en el suelo
La princesa obedeció sin entender.
Y el rey, con voz alta y grave y sus fabulosos mostachos apuntando para la cara de Guillermina, dijo:
- Por el poder y la autoridad que tengo como rey de la corte del Castillo en el Aire, te nombro caballera de mi reino.
Inmediatamente ella le dio a Guillermina una espada especialmente hecha para ella por el herrero real. La reina, que era una excelente arquera, le dio a la princesa un arco y muchas flechitas.
Guillermina estaba felicísima, ¡ahora era una caballera de verdad! Más impresionada quedó cuando su padre levantó su espada y su madre su arco y sus flechas y los dos al mismo tiempo con voz de trueno dijeron:
- Listos para luchar contra lobos feroces y dragones humeantes. ¡Con honor!
- ¡Con honor!, repitió Guillermina, levantando su pequeña espada y su arco, llena de orgullo de ser la caballera más joven del reino.
- Si por casualidad hoy aparecieren los lobos y los dragones en tus sueños, deberás enfrentarlos, ¿entiendes mi hija amada? Si necesitas ayuda de tus padres, allí estaremos, listos con nuestras espadas y arcos, le dijo el rey, mientras acariciaba el cabello de Guillermina.
- Sí papá, entendí, dijo la princesa, mientras sus ojos verde-azules brillaban de orgullo.
Aquella noche, el rey y la reina fueron al cuarto de su hija, y le dejaron la armadura, la espada, el arco y las flechitas. Los dos besaron a la princesa en cada mejilla y le desearon buenas noches.
Mientras Guillermina iba durmiéndose tranquilamente, entendió que los caballeros y las caballeras no son valientes por no sentir miedo y sí por enfrentar los peligros que aparecen en sus vidas.

Y esa noche los lobos y los dragones de las pesadillas estuvieron lejos del sueño de Guillermina, al darse cuenta que la princesa era una caballera e iría a luchar contra ellos. Viendo la poderosa espada y el temible arco de la niña, decidieron que nunca más irían a perturbar el descanso de la valiente y más joven caballera del reino del Castillo en el Aire.



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