Después de que los amigos de
Guillermina comenzaron a frecuentar el Castillo en el Aire todo era
paz y tranquilidad. La princesa crecía feliz, siempre bondadosa con
las personas y animales. Sus padres habían conseguido vencer sus
miedos y le dejaron tener una hermosa pony en el poblado, al pie de
la montaña. La princesa decidió llamarla Luna Negra.
Pero como siempre en la vida, hay
momentos de felicidad, de tristeza y, a veces, de miedo. El problema
de Guillermina era que tenía pesadillas durante la noche y acaba
yendo a dormir a la cama de sus padres.
- ¿Qué
tipos de pesadillas tienes Guillermina?,
le preguntó su madre, la reina.
- Yo sueño con lobos feroces y
dragones que echan humo por la nariz y tienen horribles ojos rojos,
respondió la princesa, estremeciéndose.
- Pero esto es sólo un sueño, le
dijo su padre, mientas se atusaba su gigantesco bigote, del cual
tenía gran orgullo.
- Ya sé que es un sueño, pero igual
tengo miedo…¡Los dragones son los peores porque lanzan fuego por
la boca!
- ¡Pero los dragones no existen
Guillermina!, exclamó la reina, mientras acariciaba los hermosos
cabellos castaños de la princesa.
- En mis sueños ellos parecen ser muy
verdaderos, respondió Guillermina temblando.
Así fue pasando el tiempo, durante
las noches Guillermina se despertaba, a veces gritando y otras
llorando, mientras iba a la cama de sus padres. El rey y la reina se
preocuparon mucho al ver que la princesita no estaba consiguiendo
dormir bien. Muchas veces durante el día Guillermina bostezaba de
sueño.
- Tenemos que encontrar una solución,
le dijo la reina al rey.
- Sí, amada reina,
pero ¿cuál?
- No lo sé, hablemos con nuestros
consejeros.
Y así fue que el rey, la reina y los
consejeros se reunieron para resolver el problema. A la reina le
gustaba tejer y tomar té mientras pensaba, y el rey se atusaba sus
enormes mostachos con los ojos cerrados, mientras decía en voz baja:
- ¡Pobre mi princesita, cómo sufre!
Luego de haber tomado cuarenta y ocho
tazas de té y tejido treinta y cuatro vestiditos para Guillermina,
la reina exclamó:
- ¡Tengo una solución!
- ¿Y
cuál es?,
preguntaron ansiosos los consejeros y el rey.
- Ella tiene que luchar contra los
lobos y los dragones.
El rey rápidamente entendió la idea
y sonriendo dijo:
- ¡Eso es!
En esa misma tarde le pidieron a
Guillermina que fuera al salón real, que era donde ocurrían las
ceremonias más importantes del reino.
- ¿Ustedes
me llamaron?
- Así es Guillermina, dijo el rey
- Por favor coloca una de tus rodillas
en el suelo
La princesa obedeció sin entender.
Y el rey, con voz alta y grave y sus
fabulosos mostachos apuntando para la cara de Guillermina, dijo:
- Por el poder y la autoridad que
tengo como rey de la corte del Castillo en el Aire, te nombro
caballera de mi reino.
Inmediatamente ella le dio a
Guillermina una espada especialmente hecha para ella por el herrero
real. La reina, que era una excelente arquera, le dio a la princesa
un arco y muchas flechitas.
Guillermina estaba felicísima, ¡ahora
era una caballera de verdad! Más impresionada quedó cuando su padre
levantó su espada y su madre su arco y sus flechas y los dos al
mismo tiempo con voz de trueno dijeron:
- Listos para luchar contra lobos
feroces y dragones humeantes. ¡Con honor!
- ¡Con honor!, repitió Guillermina,
levantando su pequeña espada y su arco, llena de orgullo de ser la
caballera más joven del reino.
- Si por casualidad
hoy aparecieren los lobos y los dragones en tus sueños, deberás
enfrentarlos, ¿entiendes
mi hija amada? Si necesitas ayuda de tus padres, allí estaremos,
listos con nuestras espadas y arcos, le dijo el rey, mientras
acariciaba el cabello de Guillermina.
- Sí papá, entendí, dijo la
princesa, mientras sus ojos verde-azules brillaban de orgullo.
Aquella noche, el rey y la reina
fueron al cuarto de su hija, y le dejaron la armadura, la espada, el
arco y las flechitas. Los dos besaron a la princesa en cada mejilla y
le desearon buenas noches.
Mientras Guillermina iba durmiéndose
tranquilamente, entendió que los caballeros y las caballeras no son
valientes por no sentir miedo y sí por enfrentar los peligros que
aparecen en sus vidas.
Y esa noche los lobos y los dragones
de las pesadillas estuvieron lejos del sueño de Guillermina, al
darse cuenta que la princesa era una caballera e iría a luchar
contra ellos. Viendo la poderosa espada y el temible arco de la niña,
decidieron que nunca más irían a perturbar el descanso de la
valiente y más joven caballera del reino del Castillo en el Aire.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario