viernes, 24 de noviembre de 2017

El último acto de amor

Hace tiempo sigo un blog llamado el blog vulgar, donde una azafata hace comentarios de su trabajo y la vida en general. Hoy me llegó una nueva entrada de su blog que paso a transcribir, ya que la autora pretende difundir la idea:

"Hace más de un año escribo un cuento corto que no puedo terminar. Se llama "Trasponder" e iba a hacer la única historia de amor que terminara bien en un libro de cuentos cortos de amor que terminaban como termina el amor; mal. Todos terminaban mal, menos Trasponder. Una chica y un chico se conocen, son particulares, y los une una historia que tiene que ver con un trasplante de órganos.

Cuando largara el nuevo libro, llamado "Burlesque" iba a aprovechar para hacer campaña de la donación de órganos, algo que creo fervientemente que es una de las más auténticas obras desinteresadas de amor que podemos tener. Empecemos por nosotros mismos; somos ojos, boca, dientes, pelo, manos, piernas, páncreas, piel, huesos, corazón, hígado, intestinos, riñón, pulmones, uñas, dedos, médula, sangre, agua, células. Somos espíritu, sonrisa, canción. Somos energía, alegría, conexión. Somos vida, al menos hasta que dejamos de serlo. Cuando eso ocurre, casi todo lo anteriormente nombrado se pone seco, gris, inerte. Nos ponen un vestido horrendo, nos maquillan y así, disfrazados para fiesta de Halloween, vamos a la tierra, vamos al fuego, vamos al viento. Nos lloran, al lado de placas que no significan nada, ya no somos ninguna de esas cosas, lo único que queda es la energía, la conexión, lo único que quedan son las canciones. Ya no servimos más, somos recuerdo.

Sigamos por nuestro seres queridos, jóvenes, viejos, enfermos, sanos... todos ellos tienen algo en común; cuando se van, dejan un agujero en el alma. Se vuelven espíritu en el viento, se vuelven árbol en la tierra, cenizas. No hay más ojos, no hay manos que tocar, no hay perfumes más que aquellos grabados en nuestra mente. No se puede abrazar al espíritu y el vacío es total.

Entonces una magia nos dice que podemos trascender. Que después de muertos podemos ser más que abono para el césped. Que en vez de ir a llorarnos a una lápida, podemos ser el corazón que le dé vida a un cuerpo que, de no recibirlo, sería nuestro vecino en el cementerio.¿Para qué llevarnos nuestros órganos donde ya no podemos utilizarlos? ¿Por qué no dar vida con lo único que nos queda?

Donar órganos es el último acto de amor que podemos darle a este mundo doloroso y maravilloso. Con los años aprendí a respectar la naturaleza, los animales, las plantas, todos los ecosistemas. Con los años también aprendí que el hombre es un ser maravilloso, capaz de crear e inventar cosas imposibles. El hombre es capaz de dar vida después de la muerte, es por eso que festejo a la ciencia, es por eso que creo con total convicción, que TODOS deberíamos ser donantes de órganos.

Si todo estuviéramos en la lista de donantes, las listas de espera desaparecerían, la desesperación, la muerte, la tristeza... todas ellas tendrían que esperar... porque por medio de un trámite de dos minutos por internet, somos capaces de decirle a la muerte "Pará un poquito, tengo una última cosa que hacer", y esa cosa, es dar amor, por última vez y para siempre.

Devolvamos el envase que nos fue regalado, para que sea utilizado por quién más lo necesite.

Donemos nuestros órganos hoy. Donde vamos no nos sirven para nada."

HOY ES UN BUEN DIA PARA SER DONANTE DE ÓRGANOS.



lunes, 24 de julio de 2017

Los derechos no se agradecen

Siempre tuve la sospecha de ser un cavernícola, pero la confirmación la tuve manejando por Montevideo. Íbamos paseando por la hermosa Rambla e invadí con el auto al pasar por una senda peatonal sin advertir que una señora había empezado a cruzar por ella. No me insultó pero me miró con infinito desprecio. Me di cuenta que era un salvaje social: no estaba en mis reflejos de conductor parar automáticamente al ver una senda peatonal. 
 
Al volver a Brasil empecé a frenar cuando veía cebras. No fue un proceso fácil, como no estaba acostumbrado, solía frenar bruscamente. Al tiempo incorporé la rutina de prender la luz intermitente para evitar que me chocaran los que venían atrás.

Los peatones me miraban con desconfianza, como temiendo que acelerara si ellos cruzaban. Varios hacían un gesto de agradecimiento. Yo respondía con un breve gesto afirmativo, mi forma de comunicarles que estaba al tanto del contrato social que nos une.

Con el pasar de los días empecé a ver que el número de conductores que tenían la costumbre de frenar en la cebra iba creciendo. Digamos que al día de hoy no es todavía una conducta popular, pero tampoco es algo que hacemos cuatro locos.

La prueba definitiva de que algo está cambiando la tuve semanas después. Paré en una senda y el chico que la cruzó no me agradeció. Es más, ni siquiera me miró.

Me invadió una gran felicidad, porque los derechos no se agradecen, apenas se ejercen.

 

Amor por correspondencia (y correspondido)

Amada hija:
Esto, aunque parezca increíble, no es una carta.
Imagino que ahora estarás sosteniendo una hoja impresa con letras que forman las palabras que vas leyendo.
Y seguramente estarás pensando: Por qué no es una carta? Parece una carta, ES una carta.
Pero no, no es una carta.
En realidad, esto que tenés ahora en tus manos es una encomienda de besos, de todos los besos que te estamos debiendo por lo días que has estado en el retiro.
De acá a algunos años te daremos para que leas un libro hermoso que se llama “Las enseñanzas de Don Juan”. Don Juan era un hechicero de una tribu mexicana, muy pero muy sabio. Él decía que debemos seguir los caminos que tengan corazón. O sea, los caminos que sabemos que serán buenos para nosotros caminarlos y que, más importante todavía, nos dan felicidad.
Eso es lo que has empezado a hacer. Y nos da una inmensa alegría que empieces a seguir los caminos que vos misma decidiste caminar. Nada es más importante que eso y es, en definitiva, lo que decía Don Juan: ser sabio es saber cómo llegar a ser una persona feliz. Y para eso debemos saber elegir los caminos que nos lleven hacia allí.
Para terminar, van los 14.062.006 millones de besos que te deberíamos haber dado este fin de semana. ¡Seguramente por eso es que la carta la debes haber sentido tan pesada!
Te adoramos… y cuando vuelvas a casa te esperan los gatos, los perros, nosotros (claro!!!) y algunos chocolates (no podían faltar!!).
Otro beso más
Tus papis.


viernes, 28 de abril de 2017

Sobre la corrección política de los emoticones

Alguien que me conoce bien me manda este mensaje por Whatsapp:


La diversidad étnica del símbolo universal del Ok me abruma.

Rápidamente veo que los famosos pieles rojas, íconos de las películas del faroeste brillan por su ausencia. Me deja la duda de si esto no significa una discriminación encubierta: ¿se les niega a los pieles rojas la posibilidad de estar Ok?

Empiezo a actuar como Rogelio, el hombre que razonaba demasiado, un personaje de la revista Tía Vicenta. Hasta hoy no había pensado que concordar con un mensaje de Whatsapp fuera tan complicado: ¿uso la manito cromáticamente más semejante a la mía? ¿Esto no sería discriminar a las otras razas?¿O es un ejercicio de autoafirmación de la mía? 

Y si pusiera todas como en el mensaje que recibí me faltarían las manitos de los pieles rojas, lo que demostraría en forma clara mi racismo latente. Pienso a quien debo reclamar para que incluyan a este emoticon… no veo en el aplicativo del Whatsapp un servicio de atención al cliente…

No termino de pensar en este problema cuando me surge otro: ¿no debería poner dos manitos de cada color? De esta forma estaría incluyendo a la manito de una mujer y a la de un hombre, los dos sexos deberían estar igualmente representados.

Pero esto me genera otro problema: es obvio que si tengo que mostrar mi corrección política debería considerar a las otras opciones sexuales, o sea, más manitos para incluir en el mensaje.

Llegado a este punto, vuelvo a Google buscando el servicio de atención al cliente de Whatsapp, ahora bastante más alterado.

Por suerte lo encuentro. Tengo la seguridad de que aceptarán de buen grado hacer una opción de poner cientos de manitos de todos los colores y formas apenas tocando un botón.

Y todos felices... Nada es más tranquilizador que mostrarse como uno realmente es.



martes, 21 de febrero de 2017

Aprendiendo a escribir manuscritos científicos en cinco pasos

Es sabido que en el mundo de hoy sufrimos de infotoxicación. Este grave problema, ya mencionado por el gran Hernán Casciari (http://editorialorsai.com/blog/), se ha solucionado con la confección de listas, guías prácticas y ordenadas que facilitan la vida de los mortales. Podemos encontrar listas de las más variadas: como elegir zapatillas para correr, como cocinar el arroz sin tanto arsénico, qué protector solar usar de acuerdo a color de nuestra piel… hay infinitos ejemplos.
Vengo hoy a hacer mi humilde aporte: una lista de cómo desarrollar la aptitud de escribir manuscritos científicos en forma clara y concisa, en apenas cinco pasos:

Paso 1. Lea el siguiente párrafo: “Salió de la furgoneta para ver cuántos otros proveedores tenía a su frente para así poder calcular, con mayor o menor aproximación, el tiempo que tendría que esperar. Era el número trece. Contó nuevamente, no había dudas. Aunque no era una persona supersticiosa, no ignoraba la mala reputación de este número, en cualquier conversación sobre el azar, la fatalidad y el destino siempre alguien toma la palabra para relatar experiencias vividas de la influencia negativa, y a veces funesta, del trece. Tentó recordar si en otra ocasión había tenido ese lugar en la fila pero una de dos, o nunca esto había ocurrido o simplemente no se acordaba”.

Paso 2. Lea el siguiente párrafo: “Me iba bien en el trabajo. Era lo mismo todos los veranos. El calor y la niebla tóxica llegaban a cubrir el valle; la gente sucumbía bajo el calor y la apatía; las resoluciones y los compromisos quedaban sin resolver. Yo me aprovechaba de la situación: mi mesa estaba llena de órdenes de recuperación de coches de todas las marcas y modelos…Sentado en mi despacho, escuchando el concierto para violín de Beethoven y tomando mi tercera taza de café, calculaba mis ganancias y descontaba mis gastos”.

Paso 3. Evite escribir un manuscrito científico en el estilo que el señor José Saramago usó en el trecho del libro “La caverna”, reproducido en el Paso 1.

Paso 4. Intente adoptar el estilo directo al punto tal como el señor James Ellroy lo hace en el trecho del libro “Réquiem por Brown”, reproducido en el Paso 2.

Paso 5. Evite que un sentimiento de corrección cultural le impida realizar el Paso 4. Editores y revisores de revistas científicas se lo agradecerán. Y, quien sabe, tal vez su manuscrito tenga más chances de transformarse en un artículo publicado.