miércoles, 18 de mayo de 2016

Guillermina, princesa en la corte del castillo en el aire

Muchos años atrás, en un lugar distante conocido como las Tierras Diamantinas, vivían un rey y una reina muy queridos por todos los habitantes del reino por su bondad y sencillez. Durante muchos años ellos desearon tener un hijo o una hija. Como no llegaba, finalmente decidieron adoptar un bebé. Un día, después de bastante tiempo de espera, tocaron a la puerta del castillo: la señora del reino encargada de las adopciones traía una pequeña niña. El rey y la reina estaban encantados con el hermoso bebé, al que decidieron llamar Guillermina.
El tiempo fue pasando, como pasa el tiempo, a veces despacio, a veces rápido, siempre incansable. Guillermina fue creciendo feliz, todo el mundo la adoraba por su forma amable de tratar a las personas y animales que vivían en el reino. El rey y la reina la amaban más a cada día que pasaba: ella era simplemente la hija perfecta, ni en los mejores sueños ellos habían imaginado una niña tan maravillosa.
Sin embargo los reyes comenzaron a estar preocupados. Ellos tenían miedo de que cosas terribles le ocurrieran a Guillermina.
- ¿Y si ella se cae del caballo real?, pensaba el rey.
- ¿Y si a mi amada princesa la pica una abeja?, se horrorizaba la reina.
De tan preocupados, poco a poco dejaron de dormir por las noches y apenas comían. Los consejeros del rey, al ver tan terrible situación, le dijeron que era necesario encontrar una solución. Y así fue que durante mucho tiempo el rey, la reina y los consejeros estuvieron pensando de qué forma Guillermina podía crecer sin peligros. Un día, mientras el rey tomaba baño tuvo una idea y grito feliz:

- ¡Eureka! Ya lo que debemos hacer, mi reina!
- ¿Cuál es tu idea, amado rey?, preguntó la reina, llena de esperanza al ver a su marido tan contento.
- Vamos a construir un castillo en la montaña más alta que podamos encontrar. El castillo estará tan alto que ningún peligro podrá llegar hasta él.
- ¡Qué idea tan fantástica! ¿Y cuándo podremos empezar a construirlo?
- Mañana mismo, respondió entusiasmado el rey.
Y así fue que una multitud de arquitectos, ingenieros, albañiles, carpinteros, plomero, pintores y muchas otras personas de los más diversos oficios comenzaron a construir el nuevo castillo en una montaña tan alta que no se conseguía ver donde ella acababa. A los habitantes del reino les pareció una obra maravillosa, había sido construido tan alto en la montaña que a veces las nubes lo tapaban. Fue así que todo el mundo comenzó a llamarlo "El Castillo en el Aire", porque de lejos parecía que, efectivamente, flotaba en el cielo.
En el nuevo castillo no existía ningún peligro: se encontraba en medio de las montañas, lleno de piedras a su alrededor. Así, ningún caballo podía cabalgar por ahí. Con tantas piedras, las flores no crecían y, sin flores, no había abejas.
El cielo era de un azul brillante. Guillermina en su cuarto, que lógicamente quedaba en la torre más alta del castillo, pasaba las horas tratando de encontrar nubes con formas de caballos, flores o niños.
El rey y la reina estaban muy felices porque ahora su amada princesa vivía en un lugar realmente seguro.
Sin embargo Guillermina poco a poco fue perdiendo su alegría. Cuando sus padres notaron que pasaba mucho tiempo sin hablar, le preguntaron qué era lo que le estaba ocurriendo.
- Nada, nada, decía Guillermina, suspirando mientras miraba el cielo de azul perfecto.
Los reyes llamaron a los mejores médicos del reino para que revisaran a la princesa. Ellos no le encontraron ninguna enfermedad.
- Mi majestad, la princesa Guillermina es una niña extremadamente saludable, no sé lo que ella tiene, dijo el doctor de la corte del Castillo en el Aire.
Un día los reyes vieron una vez más a su hija mirando por la ventana de su cuarto. Estaba lloraba en silencio.
- ¿Qué te ocurre mi hija querida?, preguntó la reina.
- ¿Has comidos muchos chocolates? ¿Te duele la barriga?, agregó el rey.
- No, no, respondió Guillermina, con su cara brillante de tantas lágrimas.
- Por favor hija mía, cuéntanos lo que te ocurre, pidió el rey, muy preocupado.
- Es que a mí me gustaría jugar con mis amigos. Y como ahora vivimos en esta montaña tan alta, ellos no pueden venir hasta aquí, respondió Guillermina sollozando.
- ¡Ay hija! ¡Cómo fue que no pensé en eso!, exclamó el rey, percibiendo al instante su error.
Rápidamente los inventores del reino crearon un globo gigante que podía volar desde las montañas hasta abajo, en donde vivían los pobladores del reino. Ese mismo día Guillermina invitó a sus amigos a jugar y conocer el Castillo en el Aire. Todos estabam muy entusiasmados de poder volar en el globo gigante de color rojo y visitar el nuevo castillo de la princesa. 
Los reyes miraban felices como Guillermina se divertía con sus amigos y amigos, jugando a las escondidas, comiendo torta de chocolate con dulce de leche y bebiendo jugo de frutillas.
Y en ese mismo instante se dieron cuenta de que en la vida pueden existir muchos peligros, pero que uno de los peores es no estar con los amigos que uno más quiere.