En
un reciente viaje por trabajo a Bilbao, me deparé con el siguiente
cartel cuando iba un domingo a visitar el Museo de Guggenheim:
Pensé.
Riesgo de pobreza es una posibilidad.
Posibilidad es probabilidad. Certeza es una probabilidad igual a cero
o igual a uno.
Más acá, al sur del planeta Tierra,
un informe de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para
América Latina (CEPAL) muestra que 40,5 % de niños y adolescentes
viven en la pobreza. Y que un 16,3% vive en lo que la CEPAL denomina
pobreza extrema, lo que calculo que sea un escalón más abajo camino
al infierno.
Y sigo pensando.
Se me ocurre que esos chicos cuando
nacen les dan un dado. Y les dicen: “Cuando tires el dado y
salga el número 7 tu vida va a comenzar a mejorar”. Y me los
imagino arrojando el dado una y otra vez. Hasta que llegados a una
cierta edad sabrán que no se puede sacar un 7 con un dado. Entenderán que lo imposible es
una certeza.
Y habrán aprendido algo de
probabilidad pero su vida seguirá siendo igual de miserable. Los más
astutos tal vez pinten un puntito adicional en el 6 y se lo
muestren a las autoridades responsables del bienestar social. Y, con
certeza, recibirán un respuesta de este tipo:
“Estimado niño(a), Ud. ha hecho
trampa. Debería saber que los puntos negros en los dados se pintan
sobre pequeñas depresiones que existen en cada una de las caras de
este adminiculo. Observe Ud. que la cara del dado en donde ahora
figuran 7 puntos hay apenas 6 depresiones, prueba clara del fraude
cometido. A partir de hoy, se le quita su dado y dejará de tener la
oportunidad de mejorar su vida”.
Entretanto, los seres humanos de buena
voluntad nos reunimos y hablamos del tema. Algunos proponen bajar la
edad de imputabilidad penal para garantizar una seguridad cada vez
más en jaque. Otros niegan esta barbaridad y
dicen que todo es una cuestión de educación. El resto concordará,
las caras graves, circunspectas, con la certeza de saber que se
piensa lo correcto. Tácitamente todos estaremos felicitándonos por nuestro progresismo intelectual. No hay nada más
tranquilizador que saberse justo.
Sólo que hay un gran pero en toda
esta idea. Pensar que cualquier partido político, del signo que sea,
apueste por un proceso educativo que si es cumplido al pie de la
letra llevará años e incluso décadas, es pedirle a ese partido y a
su candidato que saque un 7 cuando
arroje el dado.
Llegado ese punto, todos en la reunión
suspiraremos desalentados. No hay nada que
se pueda hacer, no tenemos candidatos que interpreten nuestros
ideales. Sin embargo todos estaremos satisfechos con
nosotros mismos: sabemos lo que hay que hacer. La culpa es de los
políticos.
Y de esta forma, alegremente y una vez
más, nosotros, los esclarecidos, no habremos hecho una mierda. Como
casi siempre.
Yo pienso que el problema tiene una
solución. En un punto desconfío, porque nunca hay soluciones
simples para problemas complejos. Aún así creo que si lo que nos
afecta es la violencia urbana, de gente joven que roba, mata y muere,
la clase media debería asumirse como un actor clave en la sociedad y
tomar cartas en el asunto. O mejor dicho, dados. Dados que incluyan
al número 7.
Y no veo otra alternativa que aquellos
que integramos esta clase social comencemos a adoptar chicos y chicas
que tienen los dados que llegan hasta el 6.
Hacerse cargo. Generar un compromiso
de décadas, algo que ningún sistema político actualmente en
vigencia puede ofrecer ni garantizar. Sólo hay que dar el primer
paso. No es difícil, basta ir a la dependencia adecuada y anotarse
en la fila de adopción.
Y
esperar. Y esperar. Y esperar.
Hasta
que un día llega un chico o una chica. Y ese será el mejor
día de todos.
Esto
también es una certeza.
Link para el informe de la CEPAL: http://dds.cepal.org/infancia/guia-para-estimar-la-pobreza-infantil/bibliografia/introduccion/PanoramaSocial2013-capituloII.pdf