martes, 14 de mayo de 2013

El satélite del Capitán Beto

Como muchos, sigo masticando la partida de Luis Alberto Spinetta. Creo que también porque se resiste a partir, siempre está: hoy en una canción que mi hija me dedicó, inspirada claramente en Durazno Sangrando. Y el otro día en una noticia, una buena noticia que me envió mi mujer.

Hay infinitos caminos de ser argentino, de constituirse en el ser argentino. Fechas patrias, himnos, aromas de guardapolvos blancos. Formas que nos recuerdan nuestras maravillas y nuestras miserias. 

Entre todas, un hilo que permanece intacto, vaya uno a saber cómo. Y que florece años más tarde en la mente de quienes idearon el primer nanosatélite argentino. El nombre surgió, intuyo, naturalmente. 

Es algo nuestro, constitutivo. Y ya está volando... "por el espacio" 


http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/ponen-orbita-capitan-beto-primer-nano-satelite-argentino 



El anillo del Capitán Beto

Ahí va el capitán Beto por el espacio,
con su nave de fibra hecha en Haedo.
Ayer colectivero,
hoy amo entre los amos del aire.

Ya lleva quince años en su periplo;
su equipo es tan precario como su destino.
Sin embargo un anillo extraño
ahuyenta sus peligros en el cosmos.

Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
la foto de Carlitos sobre el comando
y un banderín de Rive Plate
y la triste estampita de un santo.

¿Dónde está el lugar al que todos llaman cielo?
Si nadie viene hasta aquí
a cebarme unos amargos como en mi viejo umbral
¿Por qué habré venido hasta aquí, si no puedo más de soledad?
Ya no puedo más de soledad.

Su anillo lo inmuniza contra el peligro,
pero no lo proteje de la tristeza
Surcando la galaxia del Hombre,
ahí va va el Capitán Beto, el errante.

¿Dónde habrá una ciudad en la que alguien silbe un tango?
¿Dónde están, dónde están
los camiones de basura, mi vieja y el café?
Si esto sigue así como así, ni una triste sombra quedará,
ni una triste sombre quedará.

Ahí va el  Capitán Beto por el espacio,
regando los malvones de su cabina.
Sin brújula y sin radio,
jamás podrá volver a la Tierra.

Tardaron muchos años hasta encontrarlo.
El anillo de Beto llevaba inscripto un signo del alma.