Naranjo en flor
Los recuerdos son
aromas, nos asaltan sin que lo esperemos y nos llevan a momentos en
el pasado sin escalas. Hay perfumes que resisten nuestro olvido: el
pasto recién cortado, que anunciaban los
partidos de fútbol del viernes por la tarde e iniciaba la libertad
del fin de semana.
Smells like teen spirit
A veces reviso mis cajones. Guardo de
todo un poco. Me recibe un aroma de adolescencia intacto. Una
servilleta de algún encuentro. Entradas de cines. Monedas que evocan
economías inestables. Frases que alguna vez tuvieron sentido. Y
muchos poemas escritos en cualquier tipo de papel, algunos repetidos
al infinito, escritos con diferentes biromes de diferentes colores.
Confiando quizás en algún mantra que, por repetitivo, se vuelve
poético.
Ciber-recuerdos
Ayer revisé mi
agenda en mi smartphone. Tenía una actividad que no recordaba si era
en octubre o en noviembre. El 8 de noviembre estaba marcado: era (es)
el cumpleaños de mi tío. Comprendí que ese día, de todos los años
que sigan, iré a recibir un aviso en mi cuenta de Gmail. Y que si
por acaso ese día abro mi tablet, su agenda también me lo estará
recordando, porque la agenda de mi smartphone, mi correo electrónico
y mi tablet se comunican, creo que a través de la nube, tal vez
sea en la nube. Reviso mi WhatsApp y veo su foto entre mis contactos.
Me doy cuenta que ahora tenemos otros recuerdos, otras persistencias
que antes no teníamos y que viven fuera de nuestra memoria. Abro mi
laptop: tengo muchas fotos de él. Mi preferida: mi hija con un año
y medio sentada en el piano de mi tío. Él
la mira desde atrás, sonriendo.
Nube
Donde
viven las informaciones y los recuerdos en Internet. No siempre: un día mi tío nos llevó a mi hermano y a mi a ver
Racing-Independiente en cancha de Racing. El era (es) hincha
de
Independiente, nosotros de Racing. Como buen tío nos llevó a la
tribuna de Racing. Independiente ganó 4-2 con una exhibición de
Bochini, el jugador que él consideraba más grande que Maradona. No
pudo gritar los goles: en la tribuna popular de Racing lo hubieran
linchado. A la vuelta tuvo tiempo para consolarnos por la derrota.
Busco ese partido en Google: no consigo encontrarlo. No se si mi
memoria falla o si Google no es tan perfecto
como sus inversores creen.
Sonrisas
Era
un programa de radio que lo conducía Graciela Mancuso. En la época
de la dictadura, escucharlo
los viernes a la noche con los amigos mientras comíamos pizza era
casi una salida. No me quejo: el ese entonces muy joven Roberto
Pettinato pasaba grupos raros que sólo él conocía. Así fue que
descubrí a un grupo australiano, Flash and the Pants. Su tema
Walking in the rain todavía lo escucho cuando voy manejando a
trabajar o llevando a mi hija a la escuela.
Lágrimas y sonrisas
Hoy
consigo evocarlo con una sonrisa: hay demasiados buenos
recuerdos.
Las lágrimas, acaso nuestro egoísmo de seguir teniéndolo con
nosotros, han dado lugar a las sonrisas. Y eso dice mucho más de él
que de mi.
“Cató de
todos los vinos, anduvo por mil caminos y atracó de puerto en
puerto... Da todo lo que puede dar, su casa está de par en par.”
Tio Alberto
(Joan Manuel Serrat).