lunes, 24 de julio de 2017

Los derechos no se agradecen

Siempre tuve la sospecha de ser un cavernícola, pero la confirmación la tuve manejando por Montevideo. Íbamos paseando por la hermosa Rambla e invadí con el auto al pasar por una senda peatonal sin advertir que una señora había empezado a cruzar por ella. No me insultó pero me miró con infinito desprecio. Me di cuenta que era un salvaje social: no estaba en mis reflejos de conductor parar automáticamente al ver una senda peatonal. 
 
Al volver a Brasil empecé a frenar cuando veía cebras. No fue un proceso fácil, como no estaba acostumbrado, solía frenar bruscamente. Al tiempo incorporé la rutina de prender la luz intermitente para evitar que me chocaran los que venían atrás.

Los peatones me miraban con desconfianza, como temiendo que acelerara si ellos cruzaban. Varios hacían un gesto de agradecimiento. Yo respondía con un breve gesto afirmativo, mi forma de comunicarles que estaba al tanto del contrato social que nos une.

Con el pasar de los días empecé a ver que el número de conductores que tenían la costumbre de frenar en la cebra iba creciendo. Digamos que al día de hoy no es todavía una conducta popular, pero tampoco es algo que hacemos cuatro locos.

La prueba definitiva de que algo está cambiando la tuve semanas después. Paré en una senda y el chico que la cruzó no me agradeció. Es más, ni siquiera me miró.

Me invadió una gran felicidad, porque los derechos no se agradecen, apenas se ejercen.

 

Amor por correspondencia (y correspondido)

Amada hija:
Esto, aunque parezca increíble, no es una carta.
Imagino que ahora estarás sosteniendo una hoja impresa con letras que forman las palabras que vas leyendo.
Y seguramente estarás pensando: Por qué no es una carta? Parece una carta, ES una carta.
Pero no, no es una carta.
En realidad, esto que tenés ahora en tus manos es una encomienda de besos, de todos los besos que te estamos debiendo por lo días que has estado en el retiro.
De acá a algunos años te daremos para que leas un libro hermoso que se llama “Las enseñanzas de Don Juan”. Don Juan era un hechicero de una tribu mexicana, muy pero muy sabio. Él decía que debemos seguir los caminos que tengan corazón. O sea, los caminos que sabemos que serán buenos para nosotros caminarlos y que, más importante todavía, nos dan felicidad.
Eso es lo que has empezado a hacer. Y nos da una inmensa alegría que empieces a seguir los caminos que vos misma decidiste caminar. Nada es más importante que eso y es, en definitiva, lo que decía Don Juan: ser sabio es saber cómo llegar a ser una persona feliz. Y para eso debemos saber elegir los caminos que nos lleven hacia allí.
Para terminar, van los 14.062.006 millones de besos que te deberíamos haber dado este fin de semana. ¡Seguramente por eso es que la carta la debes haber sentido tan pesada!
Te adoramos… y cuando vuelvas a casa te esperan los gatos, los perros, nosotros (claro!!!) y algunos chocolates (no podían faltar!!).
Otro beso más
Tus papis.