martes, 19 de junio de 2012

Hace 6 años mandaba a lavar el auto

De todos los artilugios electrónicos a nuestra disposición, el teléfono huye a nuestro control. Decidimos cuando escuchamos música, cuando entramos en Internet, cuando miramos televisión. No decidimos cuando es que el teléfono va a tocar.

Una vez sonó un lunes, en medio de una reunión con nuestros alumnos. La señora que llamaba anunció que había una niña en camino, luego supimos que en dos horas la traerían. Alegría inmensa y, también, miedo de saber si ibamos a dar la talla.

Nos sentamos a tomar un café para pensar que ibamos a hacer. Los alumnos fueron avisados de no habría más reuniones en ese día, dando inicio a una larga serie de días en que el trabajo tuvo que negociar con una niña mucho más poderosa.

Estábamos en el café y no sabíamos por dónde empezar. Una lista mental rápida incluia chupetes, mamaderas, leche en polvo (cuál?), pañales, algún juguete (fue una Kitty hadita). La logistica paralizaba, nuestra inexperiencia tampoco ayudaba.

Por hacer algo, por empezar a actuar, propuse llevar a lavar el auto, para que estuviera limpio cuando tuvieramos que llevar a la niña a nuestra casa. Ese fue el primer paso, absurdo tal vez. Pero fue el inicio, un impulso que permitió que más tarde estuvieramos deambulando por el supermercado elegiendo varios tipos de chupetes, de mamaderas y pañales, en la esperanza que algunos fueran los correctos.

Volvimos a la facultad, teníamos que buscar todas las cosas que habíamos dejado en nuestra sala. En el estacionamiento nos esperaban una fila de alumnas, todas llorando. Las seguí viendo por el espejo retrovisor cuando, finalmente, emprendimos el camino a casa en nuestro auto reluciente.

Hoy hacen 6 años que nuestro auto tuvo una buena limpieza, con cera incluída.  

El mismo día en que recibimos una dosis de nueve meses en sólo 24 horas.

Sin dudas, nuestro mejor día. Imbatible