lunes, 5 de abril de 2010

Músicas en el camino

Hermosa:

Acabé de organizar tu cuenta de mail por años. Fue algo bastante fácil porque a pesar de que hay varios mensajes de muchas partes del mundo, por ahora tenés apenas un manojo de años, seguramente menos de los que a vos te gustaría.

Fui leyendo varios de los mails escritos o recibidos y fue increíble ver lo vívido que eran los recuerdos. Lo hice mientras escuchaba a The Flaming Lips, una banda experimental tipo Pink Floyd (te acordás que los vistes en la tele en el 2008?), con una increíble sensación de placidez. Vi que en muchos mails míos te hablo de música y eso seguirá asi porque he llegado a la conclusión de que es el arte que más me gusta, algo que tu nombre me lo recuerda constantemente. Tenías apenas 6 o 7 días y ya estabas escuchando tu primera canción (Infinito Particular), de una cantante brasileña que adoro y que se llama Marisa Monte.

Y ahora, mientras tu mamá te muestra lo bueno de la música clásica, que para desilusión de mi abuelo y de mi tío nunca conseguí que me gustara!, yo trato de mostrarte algo de jazz y rock. En uno de los mails del 2006 además de hablar de vos -monotemático- comentaba sobre lo contento que estaba por haber conseguido un disco de La Máquina de Hacer Pájaros. Increíblemente, casi cuatro años después mientras hacíamos un largo viaje en auto me hiciste poner una y otra vez "No te dejes desanimar", una canción de La Máquina que estaba en el CD que hicimos para tu primer cumpleaños.

Es tentador ver esto como círculos que se cierran, pero acaso sea más lógico pensar que nuestros recuerdos no son sólo fotos sino que puede haber también una memoria musical y, quién sabe, que hemos empezado a compartirla. Se me aparecen canciones queridas como "I don´t like Mondays" para recordarme que llegaste a nosotros un lunes y que fue un lunes también cuando dijiste tu primera palabra -increíble regalo que me hiciste-. Aparecen "Kumbalawe" del Circo du Soleil y "Here comes the sun", canciones que te acompañaron en tu primer cumpleaños.

Y el tiempo, ese tiempo que pasa por nuestras vidas, a gusto o a disgusto, es también la dimensión que la música necesita para existir. No hay música sin tiempo.

Y tal vez sea que nuestro tiempo lo marcan las historias que pasamos y las arrugas que ganamos, pero creo que también lo hace la música que escuchamos.

No hay caminos sin tiempo y, por suerte, los caminamos cantando.

Un besote


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