sábado, 11 de febrero de 2012

Sobre diamantes y otros menesteres

Pienso, cartesiano: que si hablamos de diamantes no podemos eludir su rojo fulgor. Rojo como la sangre. Sangre es vida, mientras pulse por vasos, arterias y venas. De lo que deduzco que la muerte podrá tener cualquier color menos el rojo. Concluyo: sin vida no hay diamantes.

Refuto, más humano: que tal vez no se trate sólo de sangre y diamantes. Que si hablamos de diamantes tal vez podamos hablar de alma. Las guitarras tienen alma, todos los instrumentos de cuerda tienen alma. Wikipedia me informa, el alma es una varilla de metal para soportar la tensión de las cuerdas.

Y si hay alma, metal y madera, en los instrumentos: quien puede demostrar que esa alma no sea música al tocarlos? Y que si hay música, entonces hay alma y, por lo tanto, hay diamantes aún en la muerte?

Música: una fuerza de la naturaleza incontrolable. Salta por encima de nosotros, por las hendijas que le dejamos, ella entra. Él decía que la música era como una medusa. Nada más elegante que una medusa al flotar, princesa del mar. También, nada más inexplicable.

Amo: a los shamanes que me hacen presentir el misterio y, humildemente, me recuerdan que hay tantas verdades como personas.

Y que los misterios existen para ser caminados mientras dure el goce.

Y que hay tantas capas como cebollas puedas recoger.

Y que la palabra, también animal, es música al cantarla. Y que, mientras poesía, es sagrada.

Saudades: saber que no puedo esperar nuevos discos tuyos.

Aún así: habrá un rojo fulgor de diamantes siempre a mi lado.

LA: sus iniciales.

La-la-la.

El-ei.

Los Ángeles.

Él, uno de ellos.

"Shine on you, crazy diamond..."



2 comentarios:

  1. Hermosísimo! Como lo merece el Flaco!

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    1. Hola.
      Si pienso todo lo que le debo al Flaco por armonizarme, por hacerme ver otras estéticas y, sobretodo, por darme tiempo de leer sin prisas sus letras, no me alcanza lo que me resta de vida para agradecerle.
      Saludos
      Capitán desolado

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